
Parshat Balak
El título de la película (Alerta de Spoiler)
El peor trato que le otorga el judaísmo a un enemigo es decir “Iemaj Shemo”: Su nombre sea borrado. Se lo dedicamos a los peores villanos y antisemitas. Que no quede nada, ni el recuerdo. Por eso llama la atención que nuestra Parshá se titule con el nombre del violento rey de Moab, que en su odio contrata gente para eliminarnos. Más aún, según los místicos el título contiene el contenido concentrado de lo que sucede después.
A pesar de todo, el nombre de las cosas misteriosamente se relaciona con su sentido, PO-LAND, Polonia significa en un mix de hebreo e Idish, “Aquí hay una tierra”, y fue el lugar de millones de judíos desterrados en Europa. Los polacos llamaban a los paisanos “Moishe” despectivamente, pero tenían razón porque en el corazón de cada uno hay una chispa de Moishe líder nato y pastor de Israel.
Así que cuándo A. Bogado se recibe de la facultad de derecho o J. Fisher abre una pescadería, disfrutamos de la agradable coincidencia. ¿Pero cómo explicar que el título de la obra lleve el nombre del tirano?
La respuesta de esto es que a pesar de la tensión dramática, de los intentos de maldecir, de destruir que tengan hacia nosotros, ya sabemos cómo termina la película, el pueblo judío sobrevive y los malvados desaparecen.
Nos reímos de ello, hasta le ponemos nombres a nuestras delicias preferidas, orejas de Haman (Haman el que quiso aniquilarnos), (Latkes de Janucá, Matzá en Pesaj, etc) que son una empanada rellena de dulce, simbolizando que justamente aunque lo de adentro, lo jugoso, no se ve, está ahí.
A veces parece que el guion de la historia tiene suspenso, drama, peligro, a pesar de los giros inesperados, de los momentos de tensión, el pueblo judío sobrevive, siempre, sabemos que nos espera un final feliz.
Shabat Shalom
Iosi Levy