Claudio Avruj: UN SILENCIO QUE NO ESTÁ BIEN.
Escribo hoy en mi condición de judío argentino, comprometido desde siempre en el trabajo por una sociedad plural e inclusiva.
Desde ese lugar personal en el minuto cero de iniciado el ataque por parte de Putin he expresado públicamente mi solidaridad con la Colectividad Ucrania de la Argentina.
Pero siento que palabras cálidas de apoyo y acompañamiento del liderazgo comunitario y de las principales instituciones de la comunidad judía eran necesarias pronunciarlas.
Me hubiera gustado leerlas.
Las hubiera celebrado y ayudado a viralizar con todo empeño.
Y sé positivamente que ellos se habrían sentido muy bien, abrazados, comprendidos, cuidados.
Cuando suceden crisis profundas como la que el mundo está viviendo a causa de la invasión e inicio de la guerra por parte de Rusia contra Ucrania, las palabras dichas durante años y los compromisos asumidos deben ser honrados.
La lucha por los derechos humanos, la defensa de las libertades, la búsqueda incansable de la paz, y las acciones contra los mensajes de odio hoy exigen ser validados en sobremanera.
Escribo estas pocas líneas con desilusión porque me hubiera sentido muy bien leyendo un comunicado de la DAIA, o viendo una foto de ella pronunciándose.
El silencio nunca es una buena respuesta para la gente y menos lo es hoy.
No habla bien de quien calla y deja dolido a quien espera saber que no está solo en su dolor.
Son tiempos en que ser indiferentes no es opción.
Los judíos lo sabemos, individualmente y como comunidad.
Escribo hoy en mi condición de judío argentino, comprometido desde siempre en el trabajo por una sociedad plural e inclusiva.
Desde ese lugar personal en el minuto cero de iniciado el ataque por parte de Putin he expresado públicamente mi solidaridad con la Colectividad Ucrania de la Argentina.
Pero siento que palabras cálidas de apoyo y acompañamiento del liderazgo comunitario y de las principales instituciones de la comunidad judía eran necesarias pronunciarlas.
Me hubiera gustado leerlas.
Las hubiera celebrado y ayudado a viralizar con todo empeño.
Y sé positivamente que ellos se habrían sentido muy bien, abrazados, comprendidos, cuidados.
Cuando suceden crisis profundas como la que el mundo está viviendo a causa de la invasión e inicio de la guerra por parte de Rusia contra Ucrania, las palabras dichas durante años y los compromisos asumidos deben ser honrados.
La lucha por los derechos humanos, la defensa de las libertades, la búsqueda incansable de la paz, y las acciones contra los mensajes de odio hoy exigen ser validados en sobremanera.
Escribo estas pocas líneas con desilusión porque me hubiera sentido muy bien leyendo un comunicado de la DAIA, o viendo una foto de ella pronunciándose.
El silencio nunca es una buena respuesta para la gente y menos lo es hoy.
No habla bien de quien calla y deja dolido a quien espera saber que no está solo en su dolor.
Son tiempos en que ser indiferentes no es opción.
Los judíos lo sabemos, individualmente y como comunidad.
Dr. Guido Maisuls
Servicio judío de opinión e investigación periodística