“Quiero empezar este mensaje destacando, desde lo más profundo de mi corazón, a cada uno de los familiares de las víctimas del atentado a la AMIA.
Agradecerles por el ejemplo que nos han dado. Salieron adelante a pesar de que una parte de ustedes se perdió en este atentado; no se dieron por vencidos… y nos dejaron un legado
insuperable mostrando el valor de no abandonar y perseverar en la promoción de lo que es
justo.
A los que concurren a las escuelas para dar su testimonio, a los que transmiten su experiencia a través de la poesía y las artes plásticas, a los que se han puesto al frente de querellas, a los que han asistido a los juicios y a los actos, a los que se unen a nuestras acciones por la memoria año tras año, y por supuesto también a los que han elegido otros caminos. A los que pueden hablar, y también a los que, por dolor, no pueden hacerlo.
A todos ustedes, quiero decirles gracias. La memoria de las 85 víctimas y ustedes son la razón por la cual estamos todos acá.
Quiero darles un abrazo simbólico y pedir a las miles de personas que nos acompañan que me ayuden a regalarles a todos los familiares un merecido aplauso, bien fuerte de reconocimiento y agradecimiento.
Escuché en alguna oportunidad que “Toda persona tiene dos muertes, una cuando deja
físicamente este mundo y, otra, la última vez que alguien dice su nombre. De alguna manera, si se las recuerda, las personas pueden vivir para siempre”. Esta mañana hacemos honor a esa premisa. No se pudo prevenir su muerte física, pero asumamos entonces la responsabilidad de prevenir esa segunda muerte, la del olvido.
Parece mentira que hayan pasado 30 años desde aquella mañana fría de un 18 de julio de 1994.
30 años sin una sola persona respondiendo por este ataque.
30 años en los que el Estado argentino ha mirado para otro lado, colmado de falencias,
demoras y errores, tal como fuera remarcado hace poco por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos.
30 años que nos enseñaron la pobre actuación de una fiscalía dedicada exclusivamente a la causa AMIA, con la mayor cantidad de empleados del país trabajando en un solo caso, pero que no ha generado avances significativos en la causa en los últimos 10 años.
30 años en los que países como Qatar, Rusia, China, Turquía, Siria, Bolivia y Nicaragua, han permitido que personas acusadas de haber cometido este crimen de lesa humanidad, pasen cómodamente por sus fronteras burlando las alertas rojas de Interpol, y en algunos casos, hasta recibiéndolos con honores.
30 años sin que nuestro poder legislativo reaccione y actualice nuestra legislación. Haber
sufrido 2 atentados terroristas no fue suficiente para que nuestros diputados y senadores entiendan que al terrorismo no se lo puede prevenir, investigar y juzgar con las mismas
herramientas que a un delito común.
¿Cuántas décadas más tienen que pasar?¡Hagan su trabajo! Cuando analizamos
legislaciones de otros países que han sufrido este flagelo, observamos que han aprendido a
desarrollar una amplia legislación antiterrorista tendiente a lograr mejoras en la prevención e investigación de este delito. Incluyendo, por ejemplo, cuerpos especializados de jueces,
facultades de investigación extraordinarias para fiscales, cruce de bases de datos, colaboración entre servicios de inteligencia, combate del ciberterrorismo, entre muchas otras iniciativas.
¿Por qué no ocurrió lo mismo en nuestro país durante estos 30 años? Continuamos con un Código Procesal Penal de la Nación que ya era viejo en el año ´93 cuando entró en
vigencia, imagínense hoy. Y no es un tema meramente teórico. Es un obstáculo serio a la
prevención y a la investigación de este flagelo. El juez, por ejemplo, que tuvo que intervenir hace 2 años el caso del avión venezolano con tripulación iraní aterrizado en nuestro país, lo hizo con el mismo marco jurídico añejo que existía antes del 94, sin las herramientas necesarias para llevar a cabo una investigación seria. No es de extrañar entonces que nunca nos hayamos enterado de la verdadera causa por la cual el avión pasó por nuestro país.
30 años que dejaron como triste saldo el asesinato de un fiscal que apareció muerto con un disparo en la cabeza horas antes de presentarse a realizar su denuncia ante el Congreso de la Nación. Recordamos a Alberto Nisman y no entendemos por qué la justicia no ha sabido, o no ha querido, terminar de esclarecer su muerte, provocando una nueva mancha vergonzante sobre nuestra República.
30 años con falta de colaboración internacional. ¿Dónde habrá quedado esa hermandad
latinoamericana que alguna vez soñamos? Países de la región que no declaran aún a
Hezbollah como una organización terrorista. Peor aún, países como Bolivia firmaron lúgubres pactos militares con Irán, burlándose no sólo de todos los argentinos sino también
deshonrando y mancillando la memoria de los 6 bolivianos asesinados en el atentado a la
AMIA. ¿Con qué cara firman acuerdos militares con acusados de asesinar a sus propios compatriotas?
Valoramos de manera muy positiva la reciente decisión del Gobierno Nacional de declarar a
Hamás como organización terrorista. Esperamos que todos los países de la región adopten
medidas en este mismo sentido. A los terroristas se los llama terroristas. No hay lugar para eufemismos.
Nos vienen decepcionando una y otra vez desde hace 30 años. Pedimos a este nuevo
Gobierno que la Causa Amia sea de una buena vez una verdadera cuestión de Estado. Que
vayan a fondo dándole prioridad a la corrección de todas las falencias que estamos
mencionando, y que promuevan las investigaciones sobre la conexión local y los
encubrimientos, para que se esclarezca completamente el atentado y se pueda juzgar a todos los responsables.
30 años y el bochorno de saber que una de las causas más emblemáticas de la historia judicial argentina no tiene un juez designado…
30 años y tantas preguntas sin respuestas: Aunque la verdad está en la causa y claramente se estableció la responsabilidad de Hezbollah e Irán en el atentado, todavía hay mucho que no sabemos: dónde se terminó de armar la camioneta-bomba; a quién se la entregó Telleldín; quién ingresó la camioneta en el estacionamiento ubicado tan sólo a pocas cuadras de aquí el viernes 15 de julio de 1994, no sabemos de dónde obtuvieron el explosivo para volar nuestro edificio.
Me pregunto a veces qué es lo que sostiene la búsqueda de Justicia de todos estos familiares y de nosotros mismos frente a un clima tan adverso y tan inhóspito como el que nos toca transitar… Estoy convencido de que seguimos acá luego de 30 años porque esta lucha es una expresión de nosotros mismos, de nuestra indignación ética y de lo que nos sensibiliza moralmente… Estas batallas definen también quiénes somos, más allá de los resultados.
Estoy convencido de que la defensa de lo justo ennoblece a los luchadores y es parte de una herencia ética que queremos transmitir. Y… seguimos porque el terrorismo sigue. Porque desde el pasado 7 de octubre no somos los mismos. La organización terrorista Hamás, con las mismas fuentes de financiamiento iraní y los mismos objetivos de muerte y destrucción, fue la responsable del progrom más sangriento de nuestra era.
Gritamos y reclamamos porque el silencio es la opción de los cobardes o incluso peor, de los cómplices. Nunca la nuestra.
Nuestra tradición nos enseña a no permanecer ajenos ante el sufrimiento del otro. Dice el
Libro de Vaykrá -Levítico-, en Kedoshim לֹא תַ עֲמֹד עַל דַ ם רֵ עֶָך אֲנִי ה’
“No te quedarás quieto ante la sangre de tu prójimo. Yo soy El Eterno”
No podemos callar, ni mirar para otro lado cuando el prójimo nos necesita.
No vamos a olvidar ni a perdonar a las personas, organismos internacionales, organizaciones y movimientos sociales que dieron vuelta la cara, callaron o hasta apoyan la
barbarie terrorista.
Parece que no fueron suficientes las imágenes grabadas por los propios asesinos. Las violaciones y decapitaciones transmitidas en vivo y en directo. Los cuerpos calcinados de jóvenes y ancianos.
No fueron suficientes los armamentos encontrados en oficinas de organismos humanitarios supuestamente creados para brindar ayuda internacional, como ocurrió con la Agencia de la ONU, y la confirmada participación de varios de sus integrantes en los ataques.
No fueron suficientes los gritos desesperados de familiares para que la Cruz Roja pueda
llevar medicamentos a personas secuestradas que precisan tratamientos. Una Cruz Roja con tanta experticia histórica en la falta de compromiso… Una Cruz Roja que no visitaba los
campos de exterminio nazi, o lo hacía evitando preguntar por las cámaras de gas y
crematorios, emitiendo luego informes que no describían el horror. Siempre mirando para otro lado.
No fueron suficientes las decenas de mujeres mutiladas y vejadas frente a las cámaras, para que las agrupaciones feministas extiendan su sororidad cuando se trata de mujeres judías. Quizá la consigna de que el cuerpo de la mujer no debe ser un campo de batalla, o las tan nombradas “Te creo hermana” o “Ni una menos”, tengan una letra chica que no leímos y dice “salvo que seas judía”.
No fueron suficientes los niños asesinados o que quedaron huérfanos, para que Unicef
muestre algo de dignidad y algún mínimo grado de preocupación. ¿Dónde está UNICEF
reclamando por la devolución con vida de los hermanitos Bibas?
No es suficiente que más de 120 personas, incluyendo 7 argentinos, aún continúen
secuestradas en manos de asesinos, violadores, verdaderas inmundicias, para que las
organizaciones argentinas de defensa de los Derechos Humanos se expresen. ¿Qué están
esperando? ¿Por qué no reclaman junto a nosotros? Acaso… ¿Hay desaparecidos o
secuestrados por quienes no vale la pena reclamar?
Exigimos el regreso de todos los rehenes YA. En forma inmediata. El mundo no puede permitir que permanezcan en manos de asesinos…. Al igual que entonces, con vida los llevaron, con vida los queremos.
¿Como se explica tanta parcialidad? Tanto ataque cultural y periodístico desmedido contra la única democracia de medio oriente. Muchos de los grupos del LGTB prefieren callar o incluso hasta flamear banderas de regímenes totalitarios antidemocráticos que los humillan y discriminan. Pero todo parece preferible antes que mostrar solidaridad con las víctimas judías.
La lista es interminable. Lista de canallas, cómplices indirectos, hipócritas del silencio, mercenarios de la mentira. Falsos progresistas. Antisemitas.
Hablar hoy, aquí, del 7 de octubre no es una digresión, ni implica irse por las ramas. Estamos hablando de lo mismo.
El factor común entre el atentado a la AMIA y el 7 de octubre es Irán. Los atentados que sufrimos en los ´90 contra la embajada de Israel y contra la AMIA fueron un preludio lamentable que vaticinó ataques similares que prosiguieron en todo el mundo durante estos 30 años: Panamá al día siguiente, luego Nueva York, Madrid, Londres, Bombay, París, Niza y tantos otros lugares.
Siempre Irán apoyando estos ataques. Hoy son mucho más fuertes que hace 30 años
habiendo expandido su influencia al Líbano, Siria, Irak, Yemen. También en nuestra región
extiende su influencia por medio de aliados como Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia.
El factor común entre el atentado a la AMIA y el 7 de octubre es también el odio infundado. La intolerancia. El desprecio por la vida.
Y otro factor común entre el atentado a la AMIA y el 7 de octubre es la reacción canalla de tantos hipócritas. Los mismos que hablaban de una auto implosión y que decían que el ataque a la AMIA era una cuestión de los judíos y no de toda la sociedad argentina, son aquellos que hoy justifican el accionar del Hamas o callan y no lo condenan.
Para terminar, creo que el reciente aniversario de la independencia de nuestro país nos
convoca a volver la mirada hacia atrás, hacia los valores que impulsaron nuestra
independencia. En ese viaje, encontramos a Manuel Belgrano, un abogado impecable que
abandonó la comodidad de su profesión para defender en el norte la frontera y la patria. No
era un soldado de carrera, pero cuando el deber lo llamó, respondió sin titubear.
Las palabras de Manuel Belgrano resuenan en nuestros corazones, cuando dijo ‘Me hierve la sangre al observar tantos obstáculos. Parece que la injusticia encuentra más refugio en
nosotros que la justicia misma’.
Sabemos muy bien que los obstáculos y dificultades que enfrentamos no son menores, pero vale el esfuerzo en pos de alcanzar una sociedad mejor. Esa es nuestra mejor respuesta al terrorismo.
Como dice la canción que escuchamos hace un instante. “En mi alma yo sé… Que pronto
venceremos”Tengamos fe que pronto venceremos.
Venceremos significa estar dispuestos a combatir el odio honrando la memoria de quienes ya no están.
Venceremos porque creemos en la democracia y estamos convencidos de que no hay democracia sin justicia.
Venceremos luchando por una sociedad más justa, sin odio y con respeto, dejando atrás la comodidad del silencio y la pasividad con un grito de Verdad y Justicia, con acciones
concretas.
Venceremos cuando los ecos de nuestro grito se escuchen por todos los rincones del país.
Venceremos porque seguimos firmes después de 30 años. Quisieron eliminarnos, pero
seguimos unidos por el compromiso irrenunciable con la verdad, la memoria y la justicia.
Venceremos, porque sabemos que sólo con justicia podremos ser dueños de la paz y
podremos decir que vivimos en democracia.
Solo con justicia. Solo con justicia.
Solo con justicia.
Que D`s los bendiga. ¡Muchas gracias a todos!”