¿Qué hacemos con los trapos sucios?

¿Qué hacemos con los trapos sucios?
Los miserias que no se lavan en casa …

En estos días que estamos transcurriendo, la vida se manifiesta dolorosamente como un antagónico desencuentro entre la estridencia y el silencio, entre el ruido y el silencio.

Así el silencio y el ruido se enfrentan inevitablemente, chocan ruidosamente en los medios informáticos, colisionan violentamente en los espacios públicos y privados, vociferan en la conciencia de la gente, discuten en los pasillos de los legítimos o mezquinos intereses de la sociedad y se miran sesgadamente en los sueños y valores de los argentinos.

Pero no todo es tan simple, no todo es visible a simple vista, no todo lo que vislumbramos es notorio, no todo lo que subyace es evidente. Por esto y por mucho más me inclino por el silencio porque:

El silencio nos confiesa: “cuando el río suena, agua lleva”.

El silencio nos advierte: “La rueda más estropeada del carro es la que hace más ruido”. Esopo.

El silencio nos explica: “Cuando el río no hace ruido, o no lleva agua o va muy crecido”. Refrán español.

El silencio nos susurra “Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio”. Mario Benedetti.

El silencio nos grita: “El silencio es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de los ruidos”. Miles Davis.

El silencio nos advierte: “Los ríos más profundos son siempre los más silenciosos”. Quintus Curtius Rufus.

El silencio nos sigue hablando a través del genial mimo Marcel Marceau: “El silencio no existe… ese respeto al silencio es capaz de tocar a la gente, más profundamente que cualquier palabra” “El silencio es infinito como el movimiento, no tiene límites. Para mí, los límites los pone la palabra”.

Y entonces nos esperanzamos con el rayito de luz que nos propone Honoré de Balzac “Los trapos sucios lavarlos en casa.” 
Los miserias que no se lavan en casa producen un silencio que se vuelve cada vez más ensordecedor.

Guido Maisuls
Servicio judío de opinión e investigación periodística
www.identidades.com.ar

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