Parshat Vaerá El dedo de Di-s (en la llaga)

Parshat Vaerá
El dedo de Di-s (en la llaga)

Egipto era la tierra de la magia, la brujería era `parte de la vida diaria de sus ciudadanos,  el propio Faraón era el máximo mago y todo lo que tocaba se impregnaba por su poder, la estirpe de los sacerdotes era la jerarquía más alta, eran los consejeros políticos, curanderos, médicos, astrólogos, adivinadores, ministros. Todo encajaba en sus relatos y creencias de divinidades que reinaban el orden y el caos. Con el poder de sus conjuros creían modificar el curso de la naturaleza y el universo.

Egipto era la superpotencia mundial, el imperio más rico y más influyente,  se caracterizaba también por su “previsibilidad” a diferencia de la tierra de Canaán o el resto de la civilización agrícola no dependía de las lluvias, los campesinos no levantabas sus ojos al cielo rogando por agua, el Nilo bastaba para irrigar y nutrir los campos. ¿Quién podría alterar ese orden?

Moshé enviado por Di-s se dedicó a perturbar al Faraón, provocándolo, demostrando la falsedad de su egolatría (la gente lo consideraba una deidad, Moshé los sorprendió yendo al baño a hacer sus necesidades como cualquier mortal) derrocando  cada una de sus creencias, el dios Nilo se convirtió en sangre, en un principio los magos imitaban los hechizos pero algo tan insignificante como un piojo les torció el brazo dijeron: “Esto es un acto divino, trasciende la magia”. Incluso la hechicería tiene sus límites.

Nos cuesta absorber los golpes de aquello que consideramos predecible, nos moviliza, nos altera.

El intelecto busca definiciones, todo suceso tiene su causa justificada, algo o alguien a quien atribuírsele.

Pero esta semana nos demuestra, de manera gradual, en una puesta en escena exquisita, que hay algo que lo trasciende todo, más allá del orden establecido,  está en nosotros endurecer el corazón como el Faraón o sumarnos al equipo de Moshé.

Shabat Shalom
Iosi Levy

Servicio judío de opinión e investigación periodística
http://www.identidades.com.ar
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