AMIA, una de las organizaciones sociales más importantes del país y la entidad más grande de la comunidad judía argentina, conmemora, este domingo, su 130° aniversario de vida.
“En su larga y fructífera trayectoria, AMIA se ha ocupado, de manera permanente, de aportar soluciones, de ofrecer ayuda, de satisfacer las necesidades esenciales de los grupos más vulnerables. Y lo ha hecho desde un fuerte sentido de comunidad y desde una perspectiva integral de respeto y promoción de derechos”, aseguró Amos Linetzky, presidente de la institución en el marco de este nuevo aniversario.
“Los servicios sociales que AMIA brinda son un ejemplo de la asistencia bien entendida, de la solidaridad puesta en acción, mediante un enfoque profesional e integral de lo que significa trabajar por el bien común”, agregó el titular de la entidad.
La institución fue fundada el 11 de febrero de 1894 por un grupo de inmigrantes de origen judío, que llevaron adelante como primera acción la fundación de un cementerio comunitario.
Los recién llegados a nuestro país pudieron cumplir así con las tradiciones y costumbres milenarias vinculadas con el momento del fallecimiento de un ser querido. Con el correr del tiempo, a medida que aumentaba la población judía, los campos de acción de AMIA se multiplicaron y se consolidó como una organización destinada a promover acciones de bien público y garantizar derechos.
Bajo el lema “Todos los días reparando el mundo”, AMIA impulsa e implementa proyectos solidarios para acompañar y brindar respuestas en el ámbito de la asistencia alimentaria, de salud, vivienda, ropa, apoyo escolar, y socialización, entre otros muchos aspectos.
También se ocupa de la promoción del trabajo, a través del Servicio de Empleo AMIA, una referencia nacional en temas de intermediación laboral, y desarrolla decenas de iniciativas en el campo de la educación, el arte, la cultura, la responsabilidad social empresaria, la integración de personas con discapacidad, la promoción de los derechos de las personas mayores y de la infancia.
“Todos los programas que desarrollamos son diseñados desde una perspectiva profesional e interdisciplinaria basada en la promoción y el respeto por los derechos sociales, y en un compromiso muy fuerte para promover la igualdad de oportunidades y la inclusión”, destacó Amos Linetzky.
Conocida como la “institución madre” y centro de la vida comunitaria organizada, AMIA fue la matriz generadora de importantes iniciativas como el Consejo Central de Educación Judía y la Federación de Comunidades Judías de la Argentina, y la Fundación Tzedaká, entre otras.
Por su nivel de gestión y profesionalismo, AMIA llega a sus 130 años de vida con el orgullo de ser una referencia insoslayable en el ámbito de las organizaciones sociales de la Argentina.
También es un emblema en la lucha por la búsqueda de justicia y denuncia de la impunidad, a partir de haber sido blanco directo –el 18 de julio de 1994- del accionar del terrorismo internacional.
“El atentado sigue siendo una herida abierta que no puede cicatrizar, y que cada día duele más. A pesar del paso del tiempo, y de la impotencia por la falta de justicia, la decisión de mantener viva la memoria de las 85 personas que fueron asesinadas, y seguir luchando hasta que los responsables del atentado cumplan penas por el delito de lesa humanidad que cometieron, sigue firme como el primer día”, aseveró Amos Linetzky.
“Ante el accionar del terrorismo, debemos afrontarlo con más acciones a favor de la vida, de la convivencia pacífica en la diversidad, de la paz, y de la solidaridad. Valores que AMIA encarna y lleva a la práctica, como legado a las nuevas generaciones. Es un compromiso de continuidad, que renovamos día tras día, con nuestra tarea y nuestra presencia”, remarcó.
“En este sentido, la AMIA pretende ser un faro de esperanza, un ejemplo de resiliencia, una muestra de que se puede seguir adelante, sin olvidar a quienes ya no están, y honrando su legado, día tras día”, concluyó el presidente de la institución.