Claudio Avruj: “Este año la DAIA no habló. No le permitieron”. REFLEXIONES PERSONALES TRAS EL ACTO DEL 27 DE ENERO
REFLEXIONES PERSONALES TRAS EL ACTO DEL 27 DE ENERO.
El encuentro anual del American Jewish Committee de 2004 tenía previsto un condimento especial. La institución Americana en sociedad con la AMIA había decidido entregar un premio al Presidente Nestor Kirchner “en reconocimiento a su tarea por el esclarecimiento de la investigación por el atentado del 18 de julio de 1994”.
A ese evento y por primera vez tras muchos años de ruptura de relaciones formales la DAIA asistía invitada por el AJC.
Su presencia se discutió y recomendó en intensas reuniones del Consejo Directivo. Más aún, el contenido de las posibles preguntas al Presidente Kirchner en la reunión que se iba a llevar a cabo la tarde previa a la cena de gala fue consensuado con las autoridades de la DAIA.
Pero las eternas sin sentido, bajas y ruinosas rivalidades y peleas comunitarias por un poder banal e inexistente, ( luchas que se sostienen en el presente sin ningún fin más que satisfacer la vanidad y ambiciones de algunos dirigentes de turno), hizo que el tema premio estuviera oculto.
Un secreto guardado bajo siete llaves.
La DAIA no debía saber de él.
Pero por suerte algo falló y horas previas al viaje a Washington el Dr. Gilbert Lewi Z”L, entonces Presidente de la DAIA y convaleciente de una importante cirugía, toma conocimiento del tema y pide a quienes integraban la delegación de DAIA que iba a viajar, que eviten categóricamente la entrega del premio.
“No se puede premiar a nadie cuando 10 años después del atentado no tenemos justicia y menos hacerlo a quien hace apenas un año esta en el poder” fueron sus precisas directivas.
Y así fue, Jorge Kirszenbaum Z”L Vicepresidente 1° en ejercicio de la presidencia y Julio Toker Secretario General de la DAIA, ya en EE.UU, emitieron un comunicado enérgico y contundente que se tituló: “No es tiempo de premiaciones” dando definitivamente por tierra con la proyectada entrega del premio.
El escándalo fue mayúsculo tanto en el AJC que enojada y sorprendida ante la audacia y decisión en el genuino ejercicio de la representación política que la DAIA estaba ejecutando y en la Argentina en los medios periodísticos y en la comunidad donde se mezclaba asombro, preocupación y también furia en algunos sectores.
A media noche de aquel día 5 de Mayo de 2004 recibo en Washington un llamado en mi celular.
Era el entonces Canciller Rafael Bielsa desde Nueva York, que nos cita a la mañana siguiente en un hotel frente a la Embajada Argentina en la capital de los EE.UU.
Allí estuvimos.
La pregunta que inició el diálogo por parte del Canciller fue: ¿Qué pasó muchachos?
Sin dudar la respuesta de Kirszembaum y Toker fue, “Canciller, si aceptamos la entrega de este premio inconsulto, inmerecido y sin fundamentos, la comunidad bajaría por siempre sus banderas de exigencia por justicia y verdad y además ustedes se quedan sin interlocutores porque con el silencio de DAIA la comunidad se queda sin voz, sin palabra. Y eso por nuestra historia de lucha defendiendo la dignidad judía jamás lo vamos a hacer”.
Son hechos valientes de la historia de la comunidad judía argentina.
Todo está en los diarios de la época, en las actas de las frenéticas reuniones y asambleas de la DAIA, donde una gran número de los dirigentes de entonces denostaron lo hecho temerosos de la represalias sostenidas en especulaciones ideológicas y con poca entereza para dar las batallas cuando se deben dar. Por supuesto está en la memoria de todos los actores de aquella experiencia.
Nueve años después de este episodio, en el año 2013 cuando ocurrió la firma del oprobioso Memorándum con Irán, aquél acto de dignidad personal e institucional llevada a cabo en Washington por DAIA ante un premio errónea y que iba a ser perjudicial para la comunidad tomó una dimensión y valor gigante, reconocido incluso para los que en su momento lo demonizaron. ( En privado obviamente).
Hoy la ausencia de la palabra de la DAIA el pasado 27 de enero en el renovado Museo de la Shoá en el Acto Central por el Día Internacional en Memoria a las victimas del Holocausto es lo que me trajo a la memoria esta experiencia del pasado.
Señalo una vez más y absolutamente convencido que el Museo es sin dudas la mejor herramienta desde la comunidad judía para la Argentina en la enseñanza del Holocausto, y en hora buena que fue anfitrión del acto de referencia y además que el mismo se hiciera y escucharamos al Estado reafirmar su compromiso histórico con la temática.
Nos queda a nosotros ahora y siempre ser celosos seguidores, sin se para que los compromisos se asuman.
La DAIA sorprendentemente no hizo en esta ocasión del uso de la palabra quebrando una tradición que por derecho propio le corresponde y por la cual muchos bregamos desde el año 2005 cuando se aprobó la resolución en las Asamblea de las Naciones Unidas y logramos establecer en el año 2006 en que se comenzaron estos actos.
Este año la DAIA no habló. No le permitieron.
Son datos de la realidad, irrefutables, dolorosos, preocupantes que no deben pasar desapercibidos y mucho menos silenciados por la dirigencia comunitaria.
La DAIA no habló. No fue nombrada su presencia por el locutor oficial en el acto. Tampoco la AMIA lo fue pese a sus permanentes, denodados y conocidos esfuerzos de diferenciarse.
La DAIA obligada al silencio debió hablar.
Ha quedado desautorizada y gravemente herida, alejada de la gente y de la política. Un video excelentemente realizado, que por cierto lo es, no alcanza para superar el problema.
Había otras maneras. Quizás un acto comunitario que reúna, contenga y guíe a la dirigencia como se hizo el 27 de enero de 2015 cuando no fuimos a la cancilleria en repudio días después de ocurrido el asesinato del Fiscal Nisman. Quizás un pronunciamiento de contenido político público. Quizás no ir al Museo y no ser maltratada y decir el porqué.
La DAIA tiene en sus 87 años grandes y firmes capítulos de acción que merecen ser conocidos, valorados, honrados y tomados como ejemplos en cada acto, palabra y ocasión del presente.
La voz de la comunidad es hoy múltiple y diversa y ello en definitiva la convierte en débil y difusa. Las pruebas sobran.
La DAIA, a quien siempre defenderé en su existencia y razón de ser, por acción y omisión ha ido perdiendo en los últimos años su potencia en el decir y en el hacer.
Lo ocurrido es una crisis, una más, profunda y grave y como tal una enorme oportunidad que debería aprovecharse.
Crisis que deja al descubierto que se impone finalmente el debate negado, postergado y eludido sistemáticamente por toda la dirigencia comunitaria acerca de qué tipo de organización comunitaria y que clase de dirigencia queremos y podemos tener de aquí al futuro.
Un debate que a través de los hechos ya está en ejecución, por más que no lo vean y reconozcan.
El silencio y desplazamiento de la DAIA es el llamado a pensar en profundidad toda la organización comunitaria.
Quizás alguien recoja el guante.
El dejar hacer, ya sabemos, nunca es exitoso.
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Claudio Avruj: Ex Secretario de Derechos Humanos de la Nación y Presidente Honorario del Museo del Holocausto