Hoy, nuestra querida Argentina está controlada por un indigesto Estado presente, abstraída en escenarios de miseria, pobreza y precariedad, ensimismada en un futuro de mentiras que nunca terminan de digerirse, enfrascada en una melodía de violines que aturden en la cubierta de un Titanic que no cesa de hundirse, agrietada hasta la médula por una dirigencia que no deja de concentrarse en su interminable ombligo, un país a la eterna deriva de fracasos tras fracasos.
En medio de esta tempestad, proyectos políticos y económicos fracasados una y mil veces pujan por vendernos espejismos de colores, ilusiones ópticas que colisionaron contra la realidad una y mil veces mientras aumenta indefinidamente la pobreza, la indigencia y perecen los dorados sueños de millones de argentinos cada vez más asqueados, angustiados y sumergidos en la incertidumbre.
Argentina requiere un cambio profundo, necesita urgentemente un atisbo de futuro ya mismo y para esto es imperioso retornar a las fuentes de nuestra historia, recurrir al autor intelectual de la Constitución de 1853, recurrir a Juan Bautista Alberdi:
“El que no cree en la libertad como fuente de riqueza, ni merece ser libre, ni sabe ser rico. La Constitución que se han dado los pueblos argentinos es un criadero de oro y plata”
“La ignorancia no discierne, busca un tribuno y toma un tirano. La miseria no delibera, se vende. Alejar el sufragio de manos de la ignorancia y de la indigencia es asegurar la pureza y acierto de su ejercicio. Algunos dirán que es antidemocrático pero la democracia, tal como ha sido ejercida hasta ahora nos ha llevado a este triste destino”
“La omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual”
Argentina para engendrar ese futuro ya mismo, debe nutrirse del genio de Miguel de Cervantes Saavedra:
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”
