Luego de haber quedado completamente sorprendido al leer una carta (5xnLiTvhdV) donde se inmiscuye inapropiadamente a la comunidad judía en el proceso electoral vigente en la Argentina, he llegado a algunas inquietantes conclusiones con respecto a las relaciones entre estas corrientes de opinión “progresistas” y el desarrollo de la actual campaña electoral en la Argentina.
Quiero permitirme opinar sobre la existencia en nuestro país de un diverso arco iris comunitario judío argentino, democrático y pluralista en los aspectos sociales, ideológicos y políticos que nos demuestra que nunca ha existido ni existe el llamado “voto judío” en la Argentina.
En las comunidades judías nunca existió una conformación ideológica y política monolítica tanto en la Argentina ni en el Mundo, ni tampoco hubo un liderazgo político que pretendió representar al judaísmo.
En mi visión sobre la relación del judaísmo con los gentiles o no judíos considero que es totalmente legitimo que estos puedan desarrollar una afinidad con los valores ancestrales del judaísmo e incluso llegar a estudiar e identificarse con la riqueza y profundidad que caracteriza al judaísmo.
No creo que sea anticonstitucional que los ciudadanos argentinos puedan adherir públicamente al judaísmo, sus textos y sus símbolos. Es totalmente infantil y ridículo llegar a pensar que algún político argentino o corriente política partidaria intentara apropiarse o robarnos el judaísmo.
También es evidente que los ciudadanos argentinos judíos no podemos pretender solucionar los problemas argentinos desde una óptica exclusivamente judía ni nos podemos permitir trasladar las grietas argentinas al seno del judaísmo.
Es totalmente justo, viable y apropiado que los políticos argentinos que eventualmente conduzcan los destinos de nuestro país desarrollen proyectos para que Israel sea uno de los principales aliados de la Argentina y que esta pueda trasladar su embajada a Jerusalén, la Capital eterna de Israel.
Los judíos argentinos no tenemos los atribuciones éticas, morales y legales para cancelar y proscribir a un ningún candidato en una contienda electoral democrática ni tampoco podemos otorgarnos la representación política partidaria exclusiva de todas las voluntades judías argentinas.
La Comunidad judía Argentina no pudo abstraerse de los dramáticos tiempos históricos que atraviesan a la República Argentina, a la sociedad argentina y a un mundo en perpetua crisis de valores, ideales y perspectivas; reflejándose en la vida interna de la comunidad ciertas polarizaciones no deseables que debemos evitar.
Vivir en la diversidad le exige a la comunidad judía adaptarse a la heterogeneidad tanto interna como en el seno de la sociedad en la que está inmersa y por esto debe promover el pluralismo y no pretender recorrer el camino del pensamiento único y esto solo se genera desde la participación, el diálogo, el debate y el respeto al diferente.
Es vital convivir con el pluralismo, con el pensamiento democrático que asegura la existencia de diferentes posiciones y pensamientos ideológicos, con la participación de los diversos grupos sociales en la vida democrática y con la coexistencia con los diferentes puntos de vista sobre este tiempo histórico y su realidad social.
Hoy mas que nunca, la comunidad judía Argentina debe aferrarse a su fe ancestral, a sus valores éticos, a sus irrenunciables vínculos con el Estado de Israel para poder realizarse plenamente como judíos pero a su vez necesita perseverar en ser plenos y orgullosos ciudadanos argentinos y asumir activamente todos los desafíos que nos demande nuestra sociedad argentina en la que somos parte y estamos indisolublemente inmersos.