
Reacciones ante la intolerancia ayer y hoy
Sofia Débora Levy*
El 19 de abril de 1943 comenzó el Levantamiento del Gueto de Varsovia, la mayor resistencia judía armada en la historia de la Shoá. Después de casi un mes, los pocos sobrevivientes lograron escapar o fueron deportados a campos de concentración y exterminio. La fecha, sin embargo, aparece en la historiografía como un ícono de la reacción del pueblo judío, cobardemente señalado para el exterminio por un gobierno totalitario, intolerante y racista.
Sin embargo, las formas de resistencia en el que fue uno de los mayores guetos construidos por orden nazi, con alrededor de 500.000 confinados, no se limitan al levantamiento. Entre 1940 y 1943, los judíos, que constituían la mayoría de su población, intentaron luchar con los pocos recursos que tenían contra las epidemias, el hambre, los malos tratos y la muerte. Buscaban mantener estudios y, sobre todo, registros de lo que ocurría diariamente en un espacio hacinado donde estaba prohibido salir y tener contacto con el mundo exterior – a excepción de los seleccionados para trabajos forzados, que salían y regresaban escoltados.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, se encontraron los escritos del “Archivo Oneg Shabes”, coordinado por el historiador Emanuel Ringelblum con la ayuda de decenas de colaboradores que pretendían describir esa vida al revés para que, algún día, el mundo tomara conciencia. La tarea tuvo éxito ya que, gracias a los esfuerzos de los equipos de búsqueda y al sobreviviente Hersh Wasser, secretario de los “Oyneg Shabes”, los escritos escondidos en latas de leche fueron desenterrados bajo las ruinas del gueto en 1946. Posteriormente, fueron recopilados con otros testimonios y publicados por Samuel Kassow, en “¿Quién escribirá nuestra historia?”. Son reacciones al genocidio formalizado por los nazis, que querían eliminar las huellas físicas y culturales del pueblo judío. Contra esto se levantan las palabras, la escritura, la memoria.
Ringelblum y la mayoría de sus colaboradores murieron a manos de los nazis. Sus testimonios y los de otras víctimas y sobrevivientes advierten al mundo civilizado de lo que pasa cuando la perversidad y la indiferencia son las consignas que guían a los gobernantes. El Holocausto es impactante porque, de la noche a la mañana, millones de ciudadanos fueron reducidos a la categoría no sólo de parias sociales, sino también de seres no humanos, algo que fuera enseñado en escuelas y universidades.
A lo largo de los años, lo invertido en educación para la formación de ciudadanía con respecto a la diversidad étnica, cultural y religiosa sigue una dirección opuesta a la cultura del odio, el desprecio y la muerte. Sin embargo, el radicalismo actual en todo el mundo insiste en enseñar a los niños a discriminar, odiar y matar, empuñando armas que a menudo coinciden con el tamaño de su cuerpo infantil.
Lo que queda por considerar es tomar postura y buscar medios de acción: ¿cuál es el compromiso que cada uno de nosotros elige asumir consigo mismo y con las nuevas generaciones?
*Comisionada para la Memoria del Holocausto de Congreso Judío Latinoamericano; Directora Educativa del Memorial a las Víctimas del Holocausto-RJ y miembro del Consejo Académico de StandWithUs-Brasil.