
*Reconciliarse con el espejo*
“Y Iaakov quedó sólo, y se trenzó en lucha con un hombre…”
¿Si estaba solo, quién era este hombre?
Era él mismo, tuvo que luchar contra su propia personalidad y sus miedos.
Iaakov viene de la palabra talón, el que está colgado del talón de su hermano, Iaakov, el esquivo, el que hace trampa.
Se miró al espejo y se hizo una pregunta ¿Quién soy? ¿Cuál son mis defectos y virtudes propias? No las que otros proyectan en mí, las propias reales.
Se cambió el nombre a Israel, el que enfrenta y domina, lo espiritual, lo psicológico y lo material.
Ahora estaba listo. Cuando su hermano y rival lo vió, salió corriendo a abrazarlo, porque vió por primera vez a alguien maduro, resuelto y confiado en si mismo, no vió a aquel hermano que era una carga, que le ponía obstáculos.
Así funciona en la vida, cuando nos aceptamos, cuando nos permitimos abrazar lo que nos devuelve el espejo y vivir lo auténtico, lo propio. Podemos enfrentarlo todo y incluso los contrincantes ven en nosotros ese reflejo, nos admiran y nos respetan.
Iosi Levy
Servicio judío de opinión e investigación periodística
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