Una mirada sesgada, ideologizada y de auto odio de Daniel Kupervaser sobre el liderazgo judío argentino frente al antisemitismo

Una mirada sesgada, ideologizada y de auto odio de Daniel Kupervaser sobre el liderazgo judío argentino frente al antisemitismo

 

EL DESPISTE DEL LIDERAZGO JUDÍO ARGENTINO FRENTE AL ANTISEMITISMO

IDENTIDADES, el medio periodístico judío argentino dirigido por el Dr. Guido Maisuls ofreció a la comunidad judía de argentina un valioso material informativo durante las últimas semanas. El Dr. Maisuls se tomó la tarea de entrevistar a destacados líderes de la comunidad judía local a los efectos que proyecten a los miembros su visión particular del antisemitismo que tanto preocupa por su incesante crecimiento. El aporte de este material es de notable importancia, aunque la conclusión a la que se arriba es muy desalentadora. Se puede decir que, en base a las respuestas y frente a una ola creciente de antisemitismo, tal como lo definen esos líderes, no hay mejor expresión para caracterizar el panorama expuesto más que afirmar que el liderazgo judío argentino está totalmente despistado y se asemeja a quien deambula en medio de una espesa niebla sin poder encontrar su camino.  

La larga lista de entrevistados incluye a Sergio Pikholtz, presidente de la Organización Sionista Argentina (OSA), Claudio Avruj, Pte. Honorario del Museo del Holocausto, Waldo Wolf, ex vicepresidente de DAIA y hoy Diputado de la Nación por el partido Cambiemos, Jorge Knoblovits, actual presidente de DAIA, Ariel Gemblung, director del Centro Wiesenthal para América Latina y Pablo Soskin, titular de DAIA Filial Entre Ríos y presidente del Consejo Federal de OSA.

Para acentuar los motivos de la propagación del fenómeno del antisemitismo en Argentina, los entrevistados recurrieron a expresiones como: “una raíz judeofóbica y discriminatoria que tiene unos cien años en nuestro país”, “espiral de deterioro sostenido y profundo económico y socio/cultural que vive Argentina”, “la frustración, el enojo, la ignorancia, la incertidumbre son los campos fértiles para el antisemitismo”, “no se puede disolver la matriz discriminatoria de nuestra sociedad”, o “el antisemitismo está arraigado en Argentina”. Otros afirmaron que “el antisemitismo es una pasión y éstas no se apaciguan con la lógica” o “el antisemitismo es un tipo de odio irracional y lamentablemente siempre habrá”.

Se puede decir que la mayoría de los entrevistados adjudica el origen del antisemitismo a ciertos procesos nebulosos relacionados con un ADN racista que la sociedad argentina adquirió generaciones atrás. Mas interesante es señalar que no aportan explicación alguna a la presencia del antisemitismo actual en sociedades totalmente distanciadas de la argentina, y lo que es más importante, no se presenta un razonamiento claro del origen de los procesos de realimentación cíclicos que generan olas o tendencias de expresiones y actos considerados antisemitas con características totalmente diferentes. Acusar a redes sociales por la proliferación de mensajes antisemitas como causa principal es muy trivial, ya que apunta al medio de difusión y se desentiende del factor originario que es el problema de fondo. Sería como acusar 40 años atrás a las empresas de correos o a las imprentas.

DAIA: DENUNCIAS ANUALES DE ACTOS ANTISEMITAS EN ARGENTINA

El testimonio más claro de la confusión en determinar el origen y el proceso de propagación del antisemitismo en la era moderna fue expuesto en el último Informe Sobre Antisemitismo de DAIA para el año 2018 presentado en octubre de 2019. Según este reporte basado en denuncias de actos antisemitas en Argentina, “durante el año 2018 la DAIA registró la mayor cantidad de denuncias por hechos antisemitas en la Argentina en los últimos 20 años. Hubo un total de 834 hechos, lo cual representó un incremento del 107% frente a los 404 advertidos en 2017”. El informe señala que la gran mayoría de estos acontecimientos se registraron en medios virtuales, es decir, como expresión popular que se generaliza. Se debe agregar que, en relación al año 2010, las cifras de 2018 demuestran un incremento del 187%, lo que pone de manifiesto la fuerte tendencia al alza registrada desde 2013.

Basándonos en el mensaje de los líderes entrevistados y la información difundida por DAIA, no se puede arribar a otra conclusión más que Argentina se encuentra el último tiempo frente a una constante y creciente ola de antisemitismo.

Paradójicamente, el mismo informe del año 2018 incluye un capítulo especial titulado “Representaciones sociales acerca de los judíos en la Argentina 2019” llevado a cabo por el Instituto Gino Germani de UBA. Dicho documento concluye claramente: “En los datos de 2019 con respecto a la misma medición realizada en el año 2010, se observa una mejor imagen de la condición judía en Argentina. El balance comparativo entre ambas mediciones muestra que ha mejorado la representación social acerca del origen judío”.

¿Hay una contradicción más clara que esta comparación en el mismo informe entre sondeos de opinión de la sociedad argentina frente a la estadística de denuncias de DAIA? Los actos y expresiones considerados antisemitas por DAIA se disparan un 187% frente a una mejora, aunque mínima, de la imagen de judíos en la sociedad argentina. ¿Cómo se explica?

El análisis del origen y evolución de lo que se considera actos antisemitas en Argentina debe necesariamente diferenciar dos etapas con caracteres fundamentalmente distintos. Hasta fines de la década del 80 del siglo pasado la gran mayoría de los actos antisemitas tenían como trasfondo el accionar de un reducido número de activistas agrupados, según los tiempos, en organizaciones motivadas por un ideario muy enraizado y básicamente nacionalista, fascista, fuertemente católico, anticomunista y antisemita. En este contexto se puede mencionar a la Alianza Libertadora Nacionalista, Movimiento Tacuara, Frente Nacional Socialista, Concentración Nacional Universitaria y a grupos de tareas allegados a la junta militar de Argentina. No se debe dejar de lado a círculos cercanos a ciertos medios como Cabildo, Alerta Nacional y El ataque. Fuera del incidente diplomático con el secuestro de Eichmann en 1960, ese activismo antisemita tenía muy poca o ninguna vinculación con Israel. Solo hacia mediados de la década del 80 comienzan a difundirse repetidamente consignas contra Israel y el sionismo (“El judío nuestra desgracia”, Boris Matías Grinchpun).     

El fin de la década de los 80 del siglo pasado fue el inicio de una serie de cambios drásticos en la arena internacional que se tradujeron en profundas modificaciones relacionadas con el posicionamiento de las potencias mundiales que se proyectaron sobre Medio Oriente, y, con importantes implicaciones, en la realidad judía de las diásporas.

Lo más significativo fue el fin de la guerra fría como consecuencia del desmoronamiento de la Unión Soviética y el coronamiento de Estados Unidos de América como la primera potencia del mundo. Este suceso fortaleció significativamente la posición de Israel dado al tradicional apoyo soviético a sus enemigos

Un considerable número de miembros de la colectividad judía estadounidense logró posicionarse económicamente de manera tal que formaron una capa de poderosos magnates que, con el correr de los años, se convirtieron en el factor más significativo en la financiación de las costosas campañas electorales a las cámaras del parlamento y al ejecutivo de la potencia más grande del mundo. A partir de ese momento, el mundo fue testigo de un proceso por el cual prácticamente toda administración de Washington optó por una conducta claramente servicial hacia Israel. El presidente Trump, en su esfuerzos por recolectar dinero para su campaña electoral, lo confesó frente a grandes donantes agrupados en la Coalición Republicana Judía afirmando “les conseguí lo que ustedes querían” (The Guardian, 6-4-2019).

Como consecuencia de este potenciamiento estratégico, Israel dio primacía a dos aspectos básicos en su estrategia. En primer lugar, y fuera del corto periodo de negociaciones de paz con los palestinos que finalizó con el asesinato de Rabin en 1995, Israel avanzó significativamente con sus planes de colonización judía de territorios de Cisjordania con el objetivo de sabotear toda posible y futura constitución de un estado palestino. Paralelamente Israel agudizó la opresión a la población palestina del lugar imponiendo un régimen de apartheid (en el mismo territorio bajo su control, leyes diferentes según pertenencia étnica). No en vano en estos tiempos Netanyahu expresa sin tapujos su intención de anexar esos territorios sin otorgar ciudadanía a palestinos nativos.

En segundo lugar, Israel convirtió a las direcciones de las colectividades judías de la diáspora en brazo ejecutivo de su diplomacia con el objetivo de presionar a sus gobiernos locales en la toma de decisiones a favor de Israel en foros internacionales, conducta que sus conciudadanos locales le asignan a los judíos el carácter de doble lealtad. El enorme poder económico de ciertos sectores del judaísmo de USA también fue convertido en herramienta destinada a favorecer intereses de todo país del cual Israel puede recibir compensación política a nivel internacional. Este accionar fue y es muy intenso en América Central y del Sur. Véase la preocupación de líderes latinoamericanos por contactos con el liderazgo judío estadounidense en sus viajes a ese país.  

Por último, Israel promulgó la Ley Estado Nación Judío que muchos la interpretan como supremacía judía en Israel por encima de valores democráticos internacionalmente reconocidos. Además de generar las debidas críticas, esta ley básicamente condujo al mundo a referirse por igual a Israel, el judaísmo y los judíos.

La proyección hacia las sociedades donde se concentran las diásporas judías de estos cuatro componentes de la conjunción operativa de Israel y del liderazgo judío de la diáspora (colonización, uso de poder económico de judíos en USA para influenciar políticamente, acoplamiento de liderazgos judíos locales a la diplomacia israelí, y supremacía judía en Israel) se conformó en factor determinante que lentamente aportó al arraigamiento en el mundo de una fuerte y generalizada aversión hacia Israel, el judaísmo y los judíos.  

Más aún, las direcciones comunitarias judías de la diáspora se esfuerzan por imponer la definición de antisemitismo de IRHA. Cada día se hace más evidente que el objetivo principal de este documento es, fuera de definiciones clásicas y conocidas de antisemitismo, disimular esos cuatro componentes que generan duras críticas a Israel calificándolos injustamente de antisemitismo. Como resultado, gran parte de las sociedades lo interpretan como un intento del liderazgo judío local de obtener un escudo oficial y así frenar justificadas censuras dirigidas contra Israel.

El mismo documento de UBA adosado al informe de DAIA de 2018 confirma esta realidad. En el anexo del sondeo de opinión, un promedio de dos tercios de la población argentina está de acuerdo con que: “Los judíos tienen demasiado poder en los mercados financieros internacionales”, que “Los judíos tienen demasiado poder en el mundo de los negocios” y que “Los judíos son más leales a Israel que a este país”. ¿Cómo el liderazgo judío argentino pretende catalogar de antisemita a quien lo acuse de doble lealtad cuando Jonathan Pollard, considerado héroe israelí y muy agasajado por el primer ministro Netanyahu por espiar para Israel, acaba de declarar que “Los judíos siempre tendrán una doble lealtad y aconsejarán a los jóvenes judíos que consideren la posibilidad de espiar para Israel” (Jewish Telegraphic Agency, 25-3-2021)

De nada vale todo el esfuerzo de presionar a instituciones locales para que adopten la definición de antisemitismo de IRHA. Su predisposición para el caso no debe ser considerada más que un gesto destinado a calmar a la dirección judía local y acumular puntaje que les pueda favorecer al estado o instituciones sobre todo en instancias del exterior. Desde el momento que dos tercios de la población expresa muy poca simpatía, por no decir antipatía hacia Israel, los judíos y el judaísmo, es muy difícil suponer que estas instituciones locales estén dispuestas a actuar seriamente contra ese público.

El liderazgo judío de la diáspora no puede comportarse como jefes de barras bravas del fútbol que no se cansan de insultar al rival y loar a su equipo, no importa si sus jugadores cometen atropellos en el estadio. Por el contrario, deben tener claro que hoy en día Israel los tiene sujetos a su visión estratégica y, si lo único a que se atienen es a conducirse como agentes sumisos sin la mínima visión crítica, el destino seguramente le deparará una realidad cada vez más complicada, como los informes de DAIA ya lo perfilan.

Ojalá me equivoque

Daniel Kupervaser

Herzlya – Israel 15-4-2021

http://daniel.kupervaser.com/

kupervaser.daniel@gmail.com

@KupervaserD  

Daniel Kupervaser: “Disertante de actualidad israelí a grupos de habla española.Creador del Blog “Ojalá me equivoque” ( http://daniel.kupervaser.com/blog/ ) donde trato de exponer mis puntos de vista como sionista respecto de lo que considero el camino erróneo que transita Israel y el judaísmo del mundo en los últimos años”

https://daniel.kupervaser.com/?p=2874

 

Servicio judío de opinión e investigación periodística
www.identidades.com.ar

Compartir en:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *