A 15 años de la Segunda Guerra del Líbano (Un testimonio personal)

En una cálida mañana del verano israelí (un 12 de julio de 2006), comenzábamos nuestra tarea de trabajo en el laboratorio la Kupat Holim Clalit del Hadar en Haifa y escuchamos de pronto una serie de explosiones de distintos volúmenes, algunas cercanas y otras lejanas, corrimos las cortinas y desde el quinto piso vimos hongos de humo y polvo que provenían de Cheik Post, de Kiryat Haim, de Kiryat Yam y hasta desde Akko.

El centro médico del Hadar suspendió sus actividades y yo continué mis tareas profesionales en medio de los bombardeos en la clínica oncológica de Lin (cercano al Hospital Rambam) donde el laboratorio se encontraba en una zona no protegida contra los misiles de la Hezbollah y cada vez que sonaban las alarmas bajábamos con los pacientes al refugio (al mismo tiempo que recibían su quimioterapia) hasta que pasara el peligro y las explosiones cesaran en la zona de Haifa.

Paradójicamente, la mayoría de nuestros pacientes (judíos, musulmanes y cristianos israelíes) les interesaba más continuar con su tratamiento de quimioterapia intravenosa en sus camas que protegerse de los misiles que explotaban a nuestro alrededor.

Desde el 12 de julio de 2006 y durante 34 días ininterrumpidos, los lanzamientos de cohetes de la Hezbollah que en un número de 4.000 asolaron el norte de Israel y produjeron la muerte de 43 civiles israelíes, heridas graves a 33 y obligando a miles de civiles a cobijarse en refugios o huir hacia el sur.

Los cohetes se dispararon directamente contra las zonas urbanas y muchos de ellos llevaban en su interior miles de rodamientos de metal. A lo largo del conflicto, cientos de miles de civiles israelíes permanecieron en el norte, en el radio de alcance de los cohetes, y muchos de ellos pasaron gran parte del tiempo en refugios subterráneos. Otros (entre 350.000 y medio millón de personas) huyeron de sus casas y tuvieron que buscar refugio en otros lugares.

Todo comenzó el  día en el que Hezbolá secuestró a dos soldados israelíes, Uri Goldwasser y Eldad Regev, y asesinó a otros tres que se encontraban realizando maniobras rutinarias en la zona norte de Israel.

Eldad Reguev de 26 años, vivía en Kiryat Motzkin (en el norte de Israel), perdió a su madre a los 8 años y desde ese entonces vivía con su hermano.
El segundo era Ohad Goldwaser de 31 años. Estudiante de Technion (Haifa) y recién casado.

Ninguno de los dos irrumpieron en territorio libanés, estaban patrullando en el límite de Israel con el Líbano, sufrieron el ataque, en el cual hubo varios muertos y ellos dos fueron secuestrados.

Esta lamentable historia concluye dos años después con el desigual e injusto intercambio de los restos de Eldad Regev y Ehud Goldwasser por el asesino Samir Kuntar y otros cuatro prisioneros libaneses que produjo gran alegría y festejos en multitudes del Líbano, Gaza y otros países árabes y profundo dolor y llanto en Israel.

Esa multitud erigió como héroe y modelo a alguien (Samir Kuntar) que asesinó a sangre fría a un joven padre de familia frente a su hijita de cuatro años de edad a quien tomó por los tobillos y la tiró de cabeza contra unas rocas de la playa y luego, para asegurarse, le golpeó el cráneo con la culata de su fusil para que luego, con frialdad y desparpajo, se jactara de sus hazañas, como si hubiera cometido un acto de heroísmo.

Estos terroristas fueron recibidos como héroes posteriormente en Líbano. El Primer Ministro Fouad Saniora y el presidente Michel Suleiman declararon feriado nacional para homenajear a Kuntar y al resto de los asesinos liberados.
Abu Mazen, el socio para una paz corrupta e hipócrita, felicito a la familia de Kuntar por la liberación y nombró a este  asesino Samir Kuntar ”ciudadano de honor palestino”.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo sentirse “verdaderamente animado” y que espera que “sea el inicio de otros intercambios en el futuro”.

El 19 de diciembre de 2015, Kuntar murió por una explosión en las afueras de Damasco, Hezbolá acusó que el edificio fue destruido por un misil aire-tierra lanzado por la Fuerza Aérea de Israel.

Sobre los autores:

Uno de los ejemplos más característicos de estos últimos tiempos de fundamentalismo es sin lugar a dudas el radicalismo islámico de Irán, instaurado desde el triunfo de la revolución islámica en 1979.  Desde entonces el poder de Irán (Incluido el nuclear) se incrementa y se exporta al mundo creciente e incesantemente, proyectándose como el gran modelo de la radicalidad fundamentalista del Islam.

Hezbollah, el Partido de Dios, es una milicia islámica integrista fundada a comienzos de los 80 y solidarizada con la causa Palestina. Identificada con el chiismo iraní y declarada enemiga mortal de Israel, con serios antecedentes terroristas. Tras la guerra civil en el Líbano actúa como partido político con representación parlamentaria.


Dr. Guido Maisuls
Servicio judío de opinión e investigación periodística
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